martes, 27 de agosto de 2013

Muriel Barbery

La escritora marroquí nos deleita en La elegancia del erizo con unas cuantas reflexiones magníficamente plasmadas entre las páginas de la novela. Y más magnífica es la historia que nos relata de forma magistral. Una muestra de su talento, considero, se revela en estas palabras a mitad de la obra:

 "Esos instantes en que se nos revela la trama de nuestra existencia, mediante la fuerza de un ritual que recuperaremos como era antes con mayor placer aún por haberlo infringido, son paréntesis mágicos que le ponen a uno el corazón al borde del alma, porque, fugitiva pero intensamente, una pizca de eternidad ha venido de pronto a fecundar el tiempo, Afuera, el mundo ruge o se adormece, arden las guerras, los hombres viven y mueren, perecen unas naciones y surgen otras antes de caer a su vez, arrasadas, y, en todo ese rugido y toda esa furia, en esas erupciones y esas resacas, mientras el mundo va, se incendia, se desgarra y renace, se agita la vida humana.
Entonces, tomemos una taza de té"

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